Análisis de Assassin´s Creed III - PC

Cuando se juega a cualquier Assassin's Creed, no solo nos sumergimos en la misteriosa historia de los asesinos, sino que además, nos envuelve el excelente trasfondo histórico en el que la trama se desarrolla. Estos dos elementos han dado su identidad a la saga, y éste nuevo título no es la excepción.
Como nuevo protagonista, tenemos a Connor, un nativo americano, hijo de una mujer Mohawk y un inglés, y marcado por la tragedia desde pequeño, que decide entrar a la Hermandad de los Asesinos y aliarse con los patriotas en un esfuerzo de salvar a su gente, amenazada por el conflicto entre Inglaterra y las colonias. Aunque sin el encanto o el carisma de Ezio, Connor no deja de ser un personaje bastante profundo e interesante. Con un marcado idealismo, que a veces puede rayar en la ingenuidad, el nuevo asesino abre lineas argumentales más que interesantes, cuestionando los ideales de aliados y enemigos por igual, y hasta poniendo en tela de juicio al credo de su propia Hermandad. Es una lástima que estas aristas no se exploren de forma más intensiva, ya que la historia es bastante corta y finaliza de una forma un tanto abrupta, pero esperamos que estas opciones puedan explorarse en posibles futuros juegos.El segundo elemento que hace al juego, como decíamos, es el trasfondo histórico  En este caso, se trata de una elección un tanto conflictiva. No cabe duda que la guerra revolucionaria estadounidense fue un punto de quiebre en la historia de occidente. Los principios revolucionarios de esta guerra, fueron los que inspiraron las bases para la revolución francesa, y las revoluciones que se expandieron a lo largo del continente americano durante el siglo XIX. Pero, por otro lado, se caía en el riesgo de crear un juego más con una historia patriotera, para endulzar (o evitar ofender) el ego yanqui. En cuanto a este último punto, debo admitir que he estado gratamente equivocado. La Historia es tratada de una manera responsable y madura, y no se priva de desmitificar, e incluso criticar -vía observaciones de Connor, o con los agudos comentarios del personaje Shaun Hastings- a figuras icónicas como George Washington o Paul Revere.

Ambos elementos se entrelazan, en general, correctamente, y es así que, en la piel de Connor, somos participes de algunos de los hechos más sobresalientes de la guerra revolucionaria. Sin embargo, el hecho de que el protagonista forme parte de manera tan abierta de estas situaciones, lastima un poco el concepto de secretismo que se ha construido a lo largo de la saga, con respecto al trabajo de los asesinos. Es adecuado al personaje, no tanto a la Hermandad.

Con respecto a la jugabilidad, no hay cambios a grandes rasgos  El sistema de pelea y de parkour siguen ahí, con la misma rapidez de respuesta y comodidad, pero un poco más pulidos y con algunos agregados interesantes, como es el caso de movimientos nuevos como usar enemigos como escudos humanos, o bloquear y luego dirigir al contrincante hacia el vacío o el agua; y, también, unas pocas herramientas nuevas, como las pistolas y mosquetes de chispa (muy realistas en su uso), arco y flecha, y la muy divertida cuerda con dardo, que nos permite ponernos un poco más creativos a la hora de eliminar amenazas. Los enemigos no se comportan de manera muy diferente a juegos anteriores, utilizando los mismos patrones de ataque, y solo variando algunos movimientos o la posibilidad de formar lineas de tiro.
La interfaz del Animus ha sufrido un cambio un poco más intenso y, lamentablemente, no para mejor. En general, es bastante confusa, y requiere de demasiados movimientos para acceder a acciones que deberían ser simples. En otros aspectos, como en el sistema de comercio por caravanas, no se explica del todo bien como manejarlo; mientras que otras opciones, como las misiones de asesinos, ni siquiera figuran como opción, algo que lastima bastante la experiencia de juego. Pero no todo es negativo, y es de notar el muy mejorado sistema de viaje rápido, que hace de la navegación algo mucho menos pesado. También se ha simplificado el sistema de salud, con una barra regenerativa que se activa solo después de terminada la lucha, y la cual no aumenta a lo largo del juego (se elimina el sistema de armaduras del 2). Esto hace de las peleas algo un poco más desafiante, ya que no hay posibilidad de curarse en medio del combate.

Las ciudades son uno de los puntos más importantes en cualquier Assassin's Creed, y en este caso, este apartado entra en conflicto con el escenario elegido para el juego. Por más importante que sea la revolución americana históricamente,  no se traduce a una experiencia de juego del todo satisfactoria. En este título, disponemos de dos ciudades para explorar: Boston y New York. Pero al ser ciudades coloniales, nos encontramos con asentamientos pequeños, de casas bajas, calles amplias y poca densidad de población, por lo que la exploración se vuelve monótona, sin siquiera requerir del parkour para acortar camino por los techos... es mucho más fácil ir a caballo por las anchas avenidas. Lejos están, entonces, del encanto producido por Florencia, Venecia, Estambul, Jeruzalem, y todas las otras grandes ciudades que tanto caracterizaron a los juegos anteriores. Sin embargo, Assassin's Creed 3, a diferencia de sus predecesores, dispone de un muy extenso mapa de frontera, cubierto de bosques y pequeños poblados que da gusto recorrer. Sacando una página de Red Dead Redemption, la Frontera, la gran protagonista del título, esta repleta de vida salvaje, la cual podemos cazar y usar el producto para vender, comerciar o fabricar objetos. Además, la posibilidad de trepar y moverse entre las ramas de los arboles, agrega algo fresco y divertido a la exploración. Pero, lamentablemente, este amplio escenario no esta aprovechado como es debido, ya que la gran mayoría de las misiones (tanto principales como secundarias), no hacen uso de las posibilidades que ofrece un bosque donde podriamos jugar a ser Predator.

Capitán de mar y guerra

Uno de los agregados más originales e interesantes en esta nueva entrega, es la posibilidad de capitanear un barco en misiones navales. Esta adición es muy interesante, por un lado, desde el punto de vista histórico  ya que señala la importancia que tuvo para las colonias la creación de un armada para hacer frente al poderío naval británico, y sin la cual, los patriotas nunca hubiesen triunfado. Por otro, el hecho de que se ha logrado hacer de las batallas navales un aspecto divertido y fresco, que fácilmente podría derivar en su propio genero.

En AC III, dirigimos a la nave insignia de la Armada Asesina, el Aquila, una veloz fragata que ha sabido imponer el miedo en los templarios desde que fuese botada. El sistema de combate es bastante sencillo de entender: controlamos la dirección del barco con el timón, y la velocidad arriando o desplegando las velas. Contamos con un armamento compuesto por cañones ligeros y pesados, de los cuales, los primeros pueden apuntarse en cualquier dirección, pero hacen poco daño, mientras que los segundos, más destructivos, solo pueden dispararse desde babor o estribor, por lo que será necesario colocar el barco en posición. Por último, la fragata puede hacer uso de un ariete de proa para embestir a otros navíos.
Las misiones navales son sorprendentemente variadas, y hacen un excelente uso de los escenarios para agregar dificultad a los combates. Dispondremos de misiones tanto secundarias como principales, y puedo asegurar, que no aburren en ningún momento.

Turisteando por las colonias

El apartado artístico es un gran plus en Assassin's Creed III. Fiel a la costumbre de los desarrolladores, han logrado recrear una estupenda vida colonial, abarcando muchos de los aspectos requeridos para darle realismo. Tanto las ciudades como la frontera, dibujan una excelente pintura del siglo XVIII. A su vez, la apariencia de los personajes, en particular el traje de los asesinos coloniales, combinan muy bien la mística del juego, con la moda de la época.
La banda sonora es otro gran acierto, que contribuye al ambiente general del juego. Con flautas y tambores marcando el ritmo o dando los tonos justos, en el momento preciso, los temas de Assassin's Creed III retrotraen a las marchas de guerra que tan conocidas se hicieron a través de películas y series estadounidenses.

En cuanto a gráficos, la historia es un poco diferente. Si bien tienen, en general, buena calidad, el juego no deja de estar plagado de varios y bastante frecuentes glitches y bugs. Algunos son comunes a los sandbox, como algún ragdoll que se deforma, o la clonación de personajes (pasa muy seguido con los pregoneros), y otros son un poco más molestos, como cuando el juego no reconoce el cumplimiento de algún objetivo de misión, o el mapa queda blanco.

Assassin's Creed III ha sido un juego difícil de evaluar. Por un lado, mantiene mucho de lo bueno que hemos disfrutado en entregas anteriores, como es el combate y el parkour, a la vez que presenta un personaje nuevo e interesante, un excelente apartado artístico, y el agregado fresco y original de las batallas navales.
Sin embargo, el escenario elegido atenta contra el estilo de juego, con ciudades bien recreadas pero aburridas, y una frontera que no se aprovecha al máximo. Es inevitable pensar que, sin ser un mal juego, Assassin's Creed III se ha dormido en los laureles, y se ha quedado a medio camino de la grandeza. Un juego que, con un poco más de tiempo de desarrollo y un poco más de amor podría haberse convertido en la joya del año, termina dañado por obvios apuros y no logra alcanzar el nivel logrado con la primera aventura de Ezio.

- El apartado artístico
- Las batallas navales
- El mapa de frontera
- El nuevo protagonista

- Glitches y bugs varios
- Misiones secundarias poco imaginativas
- Misiones principales que no logran aprovechar los escenarios